La joven comenzó a sustituir los envases de plástico por
envases de vidrio, reutilizables, y comprando alimentos a granel. En cuanto la
ropa, comenzó a comprar en tiendas de segunda mano.
Al vivir en Nueva York, no utiliza el coche porque o bien va
andando, o coge el transporte público.
La basura orgánica o el papel higiénico, lo lleva una vez a
la semana a un lugar donde lo transforman en compost, igual que cuando sus
sabanas o ropa se hacen viejas las lleva a donde las reciclan.
“Lo más complicado no fue evitar ciertos productos, sino
buscar alternativas orgánicas a todo lo que usamos en el día a día” señala.
Tiene una página web donde indica sus recetas de reciclaje
como detergente para la lavadora.
“Supone un esfuerzo, pero es totalmente factible evolucionar
hacia una vida sin desechos”.
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