viernes, 26 de abril de 2013

Tyoku y su viaje a Europa




Cae la noche sobre la ciudad de Osaka . Un grupo de viejos samurais caminan por las callejuelas que bajan desde la fortaleza de Ishama Honganyi después de haber pasado  un día de estudio de los mantras mahayanistas en el santuario fortaleza  de los monjes guerreros Jodo Shinsu. Actuales señores de la ciudad y el antiguo principado de Osaka  tierras que arrebataron por las armas a los últimos  y decadentes príncipes para fundar un feudo teológico en el que se combinan las disciplinas militares con el estudio del budismo mahayana, y dentro de el siguen las enseñanzas de la escuela de la tathagata garbhra  y bajo su gobierno florecen las ciencias el arte la cultura y la  economía teniendo el feudo teológico una inesperada bonanza y desarrollo que lo convierte en un referente para todo Japon  ya que en el se juntan la antigua corte de los príncipes con la curia religiosa dinámica y desarrolladísima que con los años se han asentado y coordinado y ahora conviven en armonía para mayor gloria del Japon. Los samurais vienen comentando los ritos del día ya que tienen que rezar y cumplir con los actos religiosos una vez a la semana por obligación de los  Jodo Shinsu ya que son los antiguos caballeros de los príncipes  y tienen que rendir pleitesía  a los monjes guerreros. Y pronto la conversación deriva hacia los más mundanos temas de la corte laica como la próxima fiesta de año nuevo en la que los viejos militares esperan ahogar sus penas entre sake y geishas teniedo en cuenta que uno es viudo y los demás quieren coger concubinas..
El viudo, llamado Tyoku Fukiyama es un viejo guerrero de 42 años curtido en decenas de batallas feudales y que abrazó con entusiasmo la  religión ahora de hombre mayor en lo que podía ser un acto  de arrepentimiento  por la cantidad de enemigos a los que mandó al infierno  durante su carrera militar y que enviudó hace 2 años sin dejar hijos por lo que vive a caballo del castillo y el templo de los Jodo Shinsu además de dejarse caer de vez en cuando por la corte laica.
Durante  muchos meses discutieron sobre la doctina budista. El monje era un acérrimo defensor de la  rama Mahayanista del budismo mientras que el samurai defendía la doctrina Therabada.
El monje  negaba la divinidad de buda, defendiendo el budismo más como un metodo científico que como una estructura religiosa y a buda  commo un maestro y  un filósofo pe ro  no  un dios que es la base del budismo  mahayana, el mahayanismo defiende la concepcion del budismo como un conjunto de técnicas de canalización y metabolización física tanto del cuerpo como del espíritu que   llevaría en su completo desarrollo a un equilibrio perfecto entre el cuerpo y el alma. Siendo como vehículo para ello la meditación, el estudio y las disciplinas físicas entendiendo los libros sagrados como guía hacia el equilibrio perfecto.
  Mientras que el samurai defendía la doctrina Therabada que proclama la divinidad de buda entendiendo a buda como un dios supremo que ilumina a la humanidad con su luz entendiendo el ciclo de reencarnaciónes  como un paso previo a la consecución de la capacidad potencial de todas las formas de vida: el alcance  de la santidad y la entrada en el Nirvana como fin del ciclo de reencarnaciones y alcanzando la cúspide de la naturaleza  humana.
Estas dos doctrinas aunque antagónicas solían convivir en los mismos monasterios budistas en los                                 que los monjes defienden tanto el mahayanismo como el Nikaya, que es la base del budismo Therabada enzarzandose en largas discusiones sobre los libros sagrados budistas que    en su mayoría son aceptados  por las dos ramas, siendo los principales los que forman el llamado canon pali  que está formado por  tres grandes libros sagrados.
Un buen día  llegó a la corte de Osaka un extraño hombre de pelo amarillo y impresionantes ojos  azules vestido con una especie de saco marrón atado con una cuerda de esparto, su fisionomía sorprendió  a los viejos monjes Jodo Shinsu, y   les explicó que el también seguía un Orden monástico, el de los monjes de San Francisco de Asís  y que venía de muchos miles de millas desde el continente occidental de Europa para predicar su religión.
  
He llegado a estas tierras lejanas desde el reino occidental de la Inglaterra  para llevar el mensaje de cristo a toda la humanidad.
Cristo nuestro señor vivió hace ya doce siglos y desarrolló toda una  doctrina de amor y paz desarrollando las ciencias y la sabiduría para la salvación de la humanidad.
Nuestro señor es la encarnación en la especie humana de dios todopoderoso estructurado en 3 facetas; padre, hijo y espíritu santo.  Que llena con su amor y su sacrificio en la cruz los corazones de los hombres, sus hijos como hijos de dios habiendo recibido martirio para su salvación.
Nuestro señor Jesucristo, a través de la fe consiguió unir a  pueblos bien dispares bajo la fe y la adoración a dios padre a través de su hijo y como fuente de toda luz y divinidad puesto en boca de cristo como “cordero de dios”.
La fe en cristo llega desde las frías tierras de la Inglaterra en el las orillas del océano  que marca el fin del mundo, hasta las costas del mar interior del Mediterráneo , habiendo llegado multitud  de pueblos a la verdad y la religión cristiana como ciencia  en mis viajes descubrí multitud de cultos a los que llevar el mensaje de cristo.
Los cristianos adoramos a un dios único, poder supremo en el universo el cual es dirigido en paz y armonía por el todopoderoso y nuestra teología se basa en la razón como base de la ciencia y la ciencia como base de la fe.
En mi antigua escuela teológica, la de la ciudad italiana de Bologna, se discutía el desarrollo de las filosofías clásicas tanto griega como romana y su adaptación al desarrollo científico hecho por cristo y se demostraba la prioridad de la  iglesia sobre todas las demás ramas de la teología cristiana frente a las numerosas herejías y cismas sufridos en los   últimos años.
Nuestra iglesia se rige por una autoridad suprema que es el obispo de roma, sumo pontífice de la estructura religiosa, que en la actualidad es Gregorio IX, el papa se apoya en una asamblea o curia cardenalicia formada por grandes sacerdotes que hayan alcanzado la sabiduría y la santidad para llegar al cargo. El papado ha sido puesto en duda y  negado por ramas cismaticas, pero  aún así el sumo pontífice es la cabeza de la estructura cristiana más grande.
Tyoku  Fukiyama quedó  impresionado por la fe y la santidad del monje cristiano, y el fervor con el que hablaba de su doctrina y pasó largas veladas de conversaciones y discusiones.
Y al final el monje cristiano consiguió que el viejo guerrero samurái aceptara emprender con él un viaje a Europa para estudiar su doctrina.
En el pleno mes de marzo en el hemisferio norte, el viejo samurái y el monje  franciscano empiezan los preparativos para el larguísimo viaje. El monje europeo apenas lleva equipaje  ya que como le explicó a Tyoku  había hecho voto de pobreza y de castidad, normas de su lejana orden europea por lo que a parte de una vieja mula, comida y unas pocas piezas de oro  no llevaba nada más de objetos.
Tyoku en cambio, lleva su buena armadura de un aleación del acero que es extrañísima y que la consiguió después de pagarle un dineral a un armero de Nagasaki, acero que  compensa su precio ya que  es durísimo, y le salvó la vida más de una vez durante las luchas feudales del imperio del sol naciente, luchas ya terminadas con la coronación de un emperador común a todo el Japón. Además lleva su buen caballo de guerra, su katana, y un arco compuesto con un carcaj de 50 flechas, aparte de  comida para llegar al puerto de Fukuoka y 700 piezas de oro.
Y  a finales de Marzo del año cristiano de nuestro señor de 1230 emprenden el viaje los dos a través de los magníficos caminos del imperio Nipón, ya que ahora en época de paz y bonanza, las infraestructuras y el comercio florecen. El camino les lleva al viejo puerto de  Fukuoka, y van atravesando las agrestes tierras del sur de Japón, con sus desarrollados y ricos pueblos y aldeas y sus valles fluviales.
Al 5º día de marcha el samurái y el monje llegan a Fukuoka, floreciente puerto, llave de las rutas comerciales japonesas al imperio chino,   aunque en estos años no lo es tanto, ya  que China se encuentra en una guerra fratricida entre la dinastía Jong y la  Jin, guerra que ya lleva  4 años de duración.
En la ciudad , el monje y el samurái se alojan en una pequeña posada en la zona portuaria, llena de marineros coreanos, ya que desde este puerto también salen barcos hacia esa península, y celebran su último día en zonas de paz con buen sake y actuaciones de teatro japonés, el kabuki.
Y el 2º día del mes Abril de este año, consiguen plaza en un barco mercante que va hacia el milenario puerto de Shanghai.
El viaje dura 3 días por las peligrosas aguas del mar de la china septentrional y  el samurái, que en su vida había subido a un barco, paso un mal trago, entre mareos y vómitos, además que  llegaron a Shanghai por los pelos, ya que al 4º día llegó un tifón a la zona..
Ya el cuarto día los dos viajeros llegan al impresionante puerto de Shanghai, llave marítima del imperio chino, en sus muelles debía de haber atracados unos 50 barcos cargueros de todo el sudeste asiático, y unos 20 buques militares del las tropas de la dinastía Jong, que es la facción que controla esta zona.
 La ciudad es grande  y muy rica, aunque ahora mismo está en un paréntesis de su comercio, con la guerra civil, la ciudad está austera y militarizada, es la principal ciudad estratégica de los Jong y  sus calles están repletas de soldados de esa dinastía y de mercenarios mongoles que cobran sus buenas piezas de oro por guerrear contra los Jin.
El samurái y el monje consiguen un lugar donde dormir en una fonda llena de soldados, jóvenes chavales provenientes del rural chino, mal entrenados y peor armados, que se impresionan por el veterano samurái japonés.

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