Ya en los años 90 se empezó a hacer terapia con perros para
mejorar la autoestima de gente que se encontraba en prisión, demostrando desde
el primer momento su eficacia, pasando luego a realizarse esta terapia con
personas mayores en geriátricos. Ahora, en la actualidad, esta terapia con
perros empieza a aplicarse en centros de tutela de menores.
En el primer contacto de estos menores con problemas
emocionales, de convivencia y a veces comunicativos con los perros, no hay una
mejora significativa de su autoestima, pero a partir de la 3ª sesión los
menores comienzan a empatizar con los perros y poco a poco durante los 3 meses
que dura la terapia los menores van mejorando poco a poco en los problemas
anteriormente descritos, por lo cual una vez más la terapia con perros es
eficaz.
Además, los perros utilizados en esta terapia, aparte de sus
especiales condiciones de sociabilidad y nula agresividad, proceden de centros
de acogida de animales, dándole así una segunda oportunidad a estos animales
con lo cual el beneficio es mutuo.
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